Durante años, los esfuerzos de Colombia por frenar la producción de narcóticos se han centrado en Putumayo, una provincia al sudoeste, con una historia de represión, insurgencia, violencia y exilio. “Un día pasa el ejército, otro es la guerrilla, otro son los paramilitares”, se lamentaba una vez un líder comunitario, en alusión a la guerra de medio siglo entre los militares colombianos, las milicias derechistas y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo Marxista-Leninista que logró un acuerdo de paz con el gobierno en septiembre. Aunque los colombianos rechazaron el acuerdo histórico por muy poco en un referéndum días después, ambas partes se han comprometido en mantener la paz y trabajar hacia la resolución final.
Los colombianos tuvieron un indicio de la transición de una guerra crónica a la relativa armonía en noviembre de 2015, cuando un equipo de la Fundación de Juventud por los Derechos Humanos de Colombia liderado por la dentista Sandra Poveda y su hermano Felipe Poveda llegaron a las junglas de Putumayo para dar formación sobre derechos humanos a los militares. Habían llegado a petición del Brigadier Gen. Alberto Sepúlveda, Oficial Comandante de la 27.ª Brigada de Selva del Ejército, la primera unidad anti narcóticos de Colombia financiada por EE. UU.
La Fundación es parte de Juventud por los Derechos Humanos Internacional (YHRI), el componente juvenil de Unidos por los Derechos Humanos, una organización independiente, sin fines de lucro, apoyada por la Iglesia de Scientology, con cientos de grupos y filiales por todo el mundo. El propósito de la Fundación es educar a la juventud para que lleguen a ser defensores valiosos de la tolerancia y la paz. Fue con ese objetivo en mente que los Poveda y los miembros de su equipo pasaron 10 días entrenando a 53 instructores para educar en derechos humanos a 12,000 miembros del personal militar y sus familias en Putumayo.
Las fuerzas militares de Colombia han trabajado con la Fundación desde 2009, cuando se creó esta organización sin fines de lucro con Sandra como presidenta y Felipe como director ejecutivo (Felipe es ahora el presidente de la Fundación). En mayo de ese año, el entonces Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, el actual presidente de Colombia, inauguró la Escuela de Derechos Humanos y de Derecho Humanitario Internacional del Ejército Nacional de Colombia en Bogotá tras el escándalo de 2008 en el que soldados fuera de control ejecutaron a 900 civiles en un intento por cobrar recompensas.
Durante su visita a Putumayo el año pasado, los hermanos Poveda y sus compañeros de equipo les presentaron a los jóvenes instructores un folleto que es el núcleo del programa de Juventud por los Derechos Humanos. Titulado ¿Qué son los Derechos Humanos?, la publicación describe los 30 principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948, que sostiene que la gente tiene el mismo derecho a la justicia, la educación y al empleo.
En las profundidades de la selva amazónica de Putumayo, mientras tanto, el Brigadier Gen. Sepúlveda estuvo ocupado añadiendo un nuevo capítulo a la historia: ordenó a su batallón formar una “pista de instrucción de derechos humanos”, una cadena de puestos en el bosque donde los soldados veían el documental, La Historia de los Derechos Humanos, que esboza los 30 principios de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU. Los puestos también presentaban los anuncios de servicio público para elevar la consciencia sobre los 30 principios.
Para dar vida a estos principios, los soldados representaron cada uno de los derechos más relevantes en sus interacciones con las poblaciones locales. Con auténticas armas y luciendo sangre falsa, los soldados representaron escenarios reales de la vida en los que demostraron las formas nada éticas y las formas éticas de manejar a los traficantes. De acuerdo al recuento más reciente, más de 1,600 soldados del Brigadier Gen. Sepúlveda han recibido entrenamiento interactivo, que es parte del horario diario del batallón.
En junio de 2015, más de 47,000 miembros del Ejército Nacional de Colombia habían participado en conferencias impartidas por voluntarios e instructores militares de la Fundación. En total, 300,000 miembros de las fuerzas armadas de Colombia, la mayoría personal activo en el frente, han sido entrenados en temas humanitarios, según las cifras que el Teniente Coronel Anstrongh Polania, Jefe del Departamento de Derecho Operativo Conjunto del Ministerio de Defensa de Colombia, proporcionó a la Fundación.
El efecto general acerca de los derechos humanos ha sido nada menos que asombroso. En una carta a la Fundación, el director de la escuela de derechos humanos del ejército de Colombia en Bogotá declaró que las campañas de la Fundación han contribuido a reducir un 96 % las violaciones de derechos humanos de las fuerzas armadas. En septiembre de 2015, el Ministerio de Defensa de Colombia le otorgó a la Fundación la medalla del [General] José Hilario López Valdés en reconocimiento a sus esfuerzos para promover los derechos humanos. El prestigioso galardón lleva el nombre del noveno presidente de Colombia, que abolió la esclavitud y defendió la libertad de prensa a mediados del siglo XIX.
Animada por los resultados de sus logros en los derechos humanos, la Fundación inició un ejercicio de entrenamiento similar en la vecina Ecuador en abril de 2016. Las fuerzas de seguridad de Ecuador, que hacen frontera en Putumayo, fueron criticadas por usar la fuerza contra manifestantes pacíficos en 2015. La Fundación también lanzó una aplicación en línea este año que permite a cualquiera hacer un curso de derechos humanos y obtener un diploma virtual. El personal militar y de la policía ha estado entre los primeros en usar la aplicación.
El ver los muchos desafíos mundiales de los derechos humanos, les recuerda a Sandra y a Felipe Poveda sus experiencias en Putumayo, que significa “río que mana” en la lengua indígena, y donde la Fundación empezó su primer trabajo.
“Estamos creando una cultura de derechos humanos en Putumayo, una tierra de guerra y criminalidad”, afirmó Felipe Poveda en mayo de este año. “Si podemos enseñar los derechos humanos aquí, podemos enseñarlos en cualquier parte”.