Sé Digno de Confianza
Artículo de L. Ronald Hubbard
El Camino a la Felicidad es una guía de sentido común para vivir mejor. L. Ronald Hubbard puso tanto cuidado hacia la gente de buena voluntad, sin importar el credo que tuvieran, que escribió este código moral para que lo usaran los niños y mayores de todas las creencias.
Este libro se compone de 21 preceptos para vivir con éxito en el mundo moderno. A continuación se reproduce el precepto número 14. En las siguientes ediciones de Ética y Libertad se publicarán otros. Para más información sobre El Camino a la Felicidad, véase el artículo en esta página.
A menos que uno pueda tener confianza en la integridad de aquéllos que le rodean, uno mismo corre un riesgo. Cuando aquéllos con los que uno cuenta le decepcionan, su propia vida puede volverse desordenada e incluso su propia supervivencia puede ser puesta en peligro.
La confianza mutua es el pilar fundamental más firme de las relaciones humanas. Sin ésta, toda la estructura se viene abajo.
El ser digno de confianza es un bien altamente estimado. Cuando uno lo tiene, uno es considerado valioso. Cuando uno lo ha perdido, a uno se le puede considerar inservible.
Uno debería lograr que otros a su alrededor lo demuestren y lo merezcan. Como consecuencia, se volverán mucho más valiosos para ellos mismos o para otros.
Cumple con tu palabra una vez dada.
Cuando uno acepta un compromiso o hace una promesa o un juramento, uno debe hacer que se vuelva realidad. Si uno dice que va a hacer algo, debe hacerlo. Si uno dice que no va a hacerlo, no lo debe hacer.
El respeto de uno hacia otro está basado, en no pequeña medida, en si la persona mantiene o no su palabra. Hasta los padres, por ejemplo, se sorprenderían de la medida en que desmerecen ante la opinión de sus hijos cuando una promesa no se cumple.
A la gente que cumple con su palabra se le tiene confianza y se la admira. A la gente que no lo hace se la considera basura. Aquellos que rompen su palabra frecuentemente, nunca obtienen otra oportunidad.
Una persona que no cumple con su palabra puede encontrarse de pronto enredada y atrapada en toda clase de “garantías” y “restricciones”, y hasta puede encontrarse a sí misma aislada de las relaciones normales con otros. No hay auto-exilio más completo de los compañeros de uno que el dejar de cumplir las promesas una vez hechas.
Uno nunca debería permitir que otro dé su palabra a la ligera. Y uno debería insistir en que, cuando se hace una promesa, ésta se debe cumplir. La vida de uno mismo puede volverse muy desordenada al tratar de asociarse con gente que no cumple con sus promesas. No es cosa del azar.
El camino a la felicidad es mucho más fácil de recorrer con gente en la que uno puede confiar.
L. Ronald Hubbard
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